El éxito ‘globalizado’

Por Edistio Cámerecua-es-el-camino-al-éxito 

Como consecuencia de la globalización y del desarrollo de los medios de comunicación han surgido modelos que relacionan el éxito con una vertiginosa carrera por tener un status sustentado en un estilo de vida que exteriorice signos reconocidos socialmente como de moda o modernos. La cultura de la imagen juega aquí un papel preponderante. Hombres y mujeres exitosos son aquellos que aparecen en las páginas de sociales, las modelos o galanes de la televisión, los deportistas famosos, los solistas y grupos musicales destacados y los hombres de negocios influyentes. También influyen en la connotación del éxito, productos y bienes cuya recurrencia en los medios de comunicación ofrecen como consecuencia de su adquisición o de su uso, una suerte de status que no se alcanzaría de otro modo. Sin una cerveza en la mano, la diversión y las mujeres bonitas nos son adversas. Sin un celular, la vida se nos escapa de las manos sin orden ni oportunidades. Un cuerpo apolíneo nos sorprende si consumimos productos light, padecemos estoicas sesiones reductoras de peso y al final nos reconstituimos con bebidas rehidratantes.

Para encontrar un espacio en el mercado laboral signado por la competencia no hay solución mejor que estudiar en la Universidad “Los duendes de la felicidad”.  El mundo a sus pies y si le parece poco pídanos los que desee, para nosotros sus deseos son órdenes: world card, la tarjeta de crédito. Lo cierto es que cuando en la televisión se asiste a una entrevista de una “estrella”, singularmente ataviada, colocando opiniones sobre los tópicos más variopintos con tal desparpajo, los televidentes quedan como encandilados quizá no por lo que dice sino por quién lo dice, cómo lo dice y dónde lo dice. Hablar de uno mismo ante la mirada complaciente de miles de telespectadores, respondiendo a las preguntas de un periodista punzante, en un horario estelar, acompañado de una escenografía sofisticada y moderna no es cosa de poca monta. La imagen del momento envuelve, convence y seduce.  Pero casi nunca nos detenemos a pensar en el antes y el después de la presentación. Es decir, en la persona. Algunas veces el esfuerzo y el trabajo constante han tenido una feliz recompensa. Otras veces, nos enteramos que la vida de un artista determinado es como luz de bengala, sólo por momentos refulge, en otros tramos es rescoldo opaco. Lo propio ocurre con los productos o servicios. ¡Si el celular sirviera como causa-efecto, el ser ordenados y puntuales, el Perú sería otro!

 

 

El éxito parece consistir hoy en revestirse de adminículos, de asumir estilos y modos de “marca” y colocar afirmaciones sin mayor sustento que los magazines de corte social. Revestirse es quitarse un traje, ponerse otro, sin parar en mientes, si es que se ajusta a las medidas del propio cuerpo. También es ponerse un vestido sin quitarse el de abajo, sólo luce como nuevo para quienes se quiere impresionar… pero es un reconocimiento artificial  que en el fondo, poco satisface.  

 

La identidad como valor general se forja apropiándose de los usos, conductas y costumbres de un grupo o clase social. Cuánto más se sea como aquellos, mayor identidad se tendrá. El furor mediático tiende a configurar una identidad como valor general, que se alimenta, precisamente por un febril afán de calzar con los requerimientos que sugieren sus modelos o prototipos, con el consecuente descuido por fraguar la identidad personal atendiendo a las propias circunstancias y características. Quizá hablar de “descuido” suene a eufemismo, pues, en la realidad si uno no forja su propia identidad acaba teniendo una impersonal o despersonalizada. 

 

Hoy en día se percibe la tendencia de vivir en otros o como otros, no en el sentido de otros como significativos a los que vamos hacia un encuentro interpersonal: la familia, los amigos, el maestro… Esos otros medran en el imaginario colectivo, de los que, sin mediar un dialogo intersubjetivo, sólo se puede imitar lo repetible, lo uniforme, también lo que refulge, lo que brilla en la superficie. La prisa por tener aquellas señales que califican el éxito impide que lo busquemos en el ámbito que le corresponde: en la realización personal. “La realización personal significa llegar a ser lo que uno es, llegar a ser – llegar a hacerse realidad – uno mismo: precisamente en eso consiste la identidad” ([1])  Llegar a ser lo que uno es implica no ser otro, se es singular e irrepetible y desde esa radicalidad intima, el éxito no puede ser “globalizado” más bien aquél se ajusta a cada persona, porque cada quien tiene una tarea fundamental en su vida que debe descubrir y realizar. El ser consciente de tal proyecto nos encamina al encuentro de la propia identidad.

 

¿Quién es más exitoso? Aquel que plantó un árbol, escribió un libro o tuvo un hijo (como reza un refrán chino) o quien tiene un cuerpo esbelto, viaja en primera clase y se desplaza en un deportivo de última generación. En cierta ocasión, un conocido, joven y sabio, comentó: “Lo crucial no es saber cuanto se gana sino en qué se gasta el dinero” En la asignación del gasto se descubre lo poco uniforme que puede ser el concepto del éxito. A la pregunta ¿en qué gastaría el dinero un escritor o un artista plástico? La respuesta inmediata del primero sería en libros y la del segundo en pinturas. El éxito de una madre no es que su esposo disponga de bienes en abundancia sino que sus hijos sean hombres o mujeres de bien. El del misionero es dejar su patria para aventurarse a tierras inhóspitas para convertir a sus habitantes.

 

El consumismo actual ha vendido la idea que el éxito es un bien que puede comprarse a bajo precio y lucirlo como de gran valor. El error estriba en suponer que el éxito es una mera mercancía, cuando es una tarea personal que con esfuerzo y tesón tiene que conquistarse sin hipotecar la propia identidad. La diversidad, consecuencia de la singularidad del hombre, predica múltiples modalidades y caminos hacia el éxito, que no es un rótulo que distinga, sino un calificativo que nombra a la realización personal.  Ser lo que uno es, es un destino. El trayecto está sembrado de alegría, de victorias, de reconocimientos pero también de tristezas, de derrotas y momentos opacos y duros, mientras se este en camino el hombre saboreará el éxito…íntima y personalmente.      


[1] Terrasa, Eduardo, “El viaje hacia la propia identidad” EUNSA, España, 2005, pág. 44


Una respuesta a “El éxito ‘globalizado’

  1. Ciertamente el concepto de ‘éxito’ hoy es comprendido tan solo en el campo económico, cuando el verdadero éxito es el que se obtiene en el área personal, porque quién que no lleva una vida en paz puede decir que el dinero le da tranquilidad, sosiego, o que le permite mirarse hacia dentro y sentirse totalmente realizado.
    La paz y la tranquilidad, esa sensación de satisfacción con lo logrado -sea grande o pequeño- no lo compra nada, solo se gana, se consigue pasando pruebas y aliándose con los que uno más quiere.

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