“CON LA EDUCACIÓN NO TE METAS”

Sentenció un alto funcionario de mi país ante una pregunta de un periodista que hacía referencia al movimiento “con mis hijos no te metas”. La mencionada declaración emboza una amenaza: su razonabilidad es mucho menor que el voluntarismo prepotente que ostenta. En primer lugar, la educación es un concepto universal, un principio, valor y derecho de todos, por tanto, constituirse – autoproclamarse – propietario y guardián de sus fronteras para que desde afuera no puedan ser franqueadas, sabe menos a celo protector que a un voluntarismo prepotente. En segundo lugar, intentar poner rejas al medio de un manantial  para que nadie abreve o se lave es tamaño despropósito, máxime si la educación es un bien difusivo: cada quien la usufructúa con arreglo a sus objetivos. Asimismo, son muchos y diferentes los actores que intervienen y los modos de educar, siendo los principales, los padres de familia y, a relativa distancia, los profesores. En tercer lugar, la advertencia de dicho funcionario esta irisada por la convicción de que la educación es patrimonio, responsabilidad y tarea del Estado, al extremo que cualquier acotación, conducta y crítica contrarias a las políticas educativas se consideran como una afrenta y ataque al gobierno de turno. Por la fuerza de los hechos, las sociedades se denominan democráticas porque permiten y auspician las libertades de expresión y la económica a pesar de que sobreregulan y no promueven la libertad de enseñanza y el derecho de los padres de elegir el tipo de educación para sus hijos. Aunque  suene a paradójico, en no pocas democracias imperan una cosmovisión única y un pensamiento monocorde. En pleno siglo XXI se hace caso omiso a una verdad tamaño catedral: la educación no se impone, se propone a voluntades libres.

Hablando con propiedad, tiene más lógica y consistencia el afirmar “con mis hijos no te metas” porque aquellos tienen una identidad, tienen un origen: sus padres, quienes pueden constatar que son suyos y que por sus venas corre la misma sangre. La paternidad incluye potestades y obligaciones referidas a su manutención, crecimiento, futuro, criterios educativos. Si bien los padres de familia, escogen – entre muchas- una ayuda calificada (escuela), no los exime de trasmitirles, cariño, valores y principios acordes con el proyecto educativo de la familia. El vínculo entre padres e hijos es suficiente predicamento como que los primeros se hagan responsables por su futuro y que ante terceros respondan dándoles seguridad. A un Ministerio de Educación le corresponde poner los medios para que los padres gocen de escuelas con las condiciones pertinentes para que sus hijos aprendan y bien, pero sin intentar educarles contraviniendo los deseos y criterios de cada familia.

Edistio Cámere


Una respuesta a ““CON LA EDUCACIÓN NO TE METAS”

  1. Muy buenas noches señor Edistio; le agradezco que a través de sus escritos promueva la conciencia y la reflexión sobre el valor y el papel de la educación. Es claro que la responsabilidad principal de formar a los niños y adolescentes pertenece a los padres y luego a la escuela que de algún modo es invitada a participar en el proceso educativo. Pero, como muchas veces la sociedad, con sus dirigentes políticos y promotores culturales, se organiza o se desorganiza para debilitar o alterar esa responsabilidad sustituyéndola por las funciones y capacidades del Estado. Pues consideremos los factores económicos que están muy relacionados con el tiempo, aunque muchas veces las escuelas privadas, no necesariamente con mala intención, procuran ocupar gran parte del día de los niños y jóvenes no permitiendo una necesaria interrelación entre padres e hijos. Además que se inculca en el ambiente que la educación es mala porque los profesores son pésimos y no se consideran los múltiples factores, como la participación de los padres, la salud de los hijos que implica alimentación entre otras condiciones, acceso a bienes culturales, situación de las escuelas con infraestructura adecuada, materiales educativos y profesores, motivados, capacitados, bien tratados para dedicarse a su importante labor. Dentro de poco va haber un déficit de profesores en las escuelas públicas y esto va a afectar a los alumnos, niños y adolescentes, que en su mayoría van a esas escuelas, y también, obviamente, a muchos padres, buenos y esforzados que ven en la escuela pública el complemento a sus tareas, de formar e instruir a sus hijos. ¿Acaso con esta situación no se retrocedería en la movilidad social, que tantos beneficios ha tenido en los últimos años?, ¿acaso no se va afectar el camino de progreso en todo sentido, también económico, por esto que se viene?. Otra vez vamos a estar en una sociedad clasista y elitista, de oportunidades y privilegios sólo para algunos y peor porque la escuela pública pareciera que pretende barbarizar con sus atentados doctrinarios contra la conciencia, libertad y responsabilidad, por su relativismo, escepticismo e indiferencia disfrazados de respeto y tolerancia con tos los estilos de vida, que ahora pretenden inamovibles, no cambiables o mejorables, de allí que ya no se postule lo de la «opción» sino, ahora, sólo lo de la «orientación». Textos como los que usted escribe, nos alertan para no bajar la guardia, en la labor tan humana de educar. Gracias.

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