Recuperando la autoridad, reverdece la obediencia

Edistio Cámere

El retorno al colegio trae consigo el gran tema de la autoridad versus la obediencia o la libertad. Máxime todavía si los niños y jóvenes después de casi dos años retomarán la cotidiana experiencia de convivir con sus pares y de atender a sus profesores. Vale la pena reflexionar al respecto.

La obediencia es uno de los conceptos que ha sufrido un adelgazamiento o reducción. La RAE la define como cumplir la voluntad de quien manda. Una primera glosa que se desprende es que se cumple porque libremente se ha tomado la decisión de hacerlo; sin consentimiento no se obedece, uno se somete a otro. La sumisión es un modo de renunciar a hacerse cargo de la propia vida. También se puede cumplir, queriéndolo hacer, pero sin que medie el aporte propio, sin diligencia ni inteligencia, es el cumplimiento pergeñado con desdén. La voluntad se vincula con el contenido de lo “mandado”. Cuando lo que se manda no busca el bien – puede ser no inteligible en el presente – ni apunta al crecimiento personal, sino que, por el contrario, se busca el propio beneficio o peor aún, es opuesto a las buenas costumbres o a la ética, el seguir los dictados de la conciencia es vivir la obediencia.

Por último, la autoridad se expresa en quien manda. El hombre es por naturaleza un ser social, se relaciona, interactúa con otros formando “cuerpos” sociales que requieren de organización y estructura y, por tanto, de obediencia. Este hecho social obliga que el portador de la autoridad tenga que respetar tres condiciones: 1) el ámbito de su jurisdicción; 2) su integridad personal; y, 3) el modo como la ejerce. En l primer caso, un padre de familia tiene autoridad en su casa y en todo lo inscrito en la relación paternofilial.  La ejemplaridad – integridad –hace más creíble y atractiva la autoridad. La tiranía, o la arbitrariedad son estilos de mando que afectan radicalmente la libertad; el paternalismo en cambio, atenta contra autonomía para decidir o hacer por sí mismo.

         La obediencia no es solamente obstaculizada por quien manda: tono en que exige, falta de consideración, oportunidad; también por quien debe obedecer: soberbia, egoísmo, comodidad y pereza. A estas debilidades humanas se suma el voluntarismo y el individualismo que en poco contribuyen a la construcción de cuerpos sociales en donde prime la justicia y la búsqueda del bien común.


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