Edistio Cámere
Los cambios, las pausas y las crisis que ocurren en las actividades que desplegamos los hombres tienen muchos efectos; uno de ellos: permite que pensemos, reflexionemos sobre las acciones realizadas o sobre el camino andado. Esta actitud ayuda: otorga perspectiva. En esta línea y a tenor de los comentarios vertidos en torno al impacto social, emocional y personal de la pandemia en los adolescentes, así como lo que al respecto debía hacer la escuela, pude caer en cuenta de que esos enunciados expresaban un clamor embozado: la secundaria es capaz de fijarse en que sus estudiantes son primero adolescentes y en vías de serlo.
A primera vista, pareciera que postulara un cambio en la naturaleza escolar de la secundaria: la enseñanza-aprendizaje, con todo lo que implica, es la esencia de una escuela. Cualquier otra mirada contraria configura otra institución, otra actividad. Más bien me gustaría abordar tres puntos, con miras a aclarar el amasijo de la secundaria. En primer lugar, la media aún tiene resabios de la primaria, sobre todo en los primeros años. Esta primarización se manifiesta porque no pocas materias de sus últimos grados, se repiten en primero y segundo de secundaria, en la repetición no está el detalle, sino que, sin cambiar de método, se le añade dificultad cognitiva. Sin terminar de distanciarse de la primaria, es decir, sin apropiarse de su propia identidad, la secundaria, alrededor del tercero, incoa el proceso de universidalización, su propósito – palabra de moda – es preparar a los alumnos para la universidad, con el añadido que puntúa favorablemente para la escuela, el número de egresados que accedan a estudios superiores. En segundo lugar, en educación hemos olvidado que las características de los periodos evolutivos por los que atraviesa la persona en crecimiento, tienen una razón de ser importante para la madurez como adulto, a condición de que se las conozca y se les ponga en valor. En la adolescencia, la capacidad de abstracción les permite manejar conceptos de diversa índole; descubre que es el origen de sus pensamientos, emociones y quereres; tiene ideales grandes, es colaborativo… El poner en valor estas capacidades es tarea ordinaria de una escuela.
En tercer lugar, en la vertiginosa carrera para ser un escolar-universitario, el colegio se entrampa en el activismo, la mera enseñanza y la reducción de adolescente a su condición de estudiante. Por todo lo afirmado: apuesto por la búsqueda de su identidad y por un sexto de secundaria, en otras acciones urgentes e importantes.