Por Edistio Cámere
No podía ser de otro modo, cuando el profesor dilató el inicio de su clase, al percibir en sus alumnos expectativa, curiosidad y, esa mirada que no termina de fijarse pero que revela – de ahí su particularidad – simultáneamente “quiero saber, pero no preguntaré en público, a no ser…” El docente cerró el libro, lo guardó y, se recostó en su escritorio. Los alumnos se reacomodaron en sus carpetas. El breve pero activo silencio fue roto por la voz grave pero cálida del profesor: ¿Quién se anima a expresar el sentir o inquietud de la clase? Roberto, apasionado y buen jugador del fútbol, toma la palabra: Durante el recreo un grupo de compañeros estuvimos discutiendo acerca del indulto concedido a tres jugadores de la selección peruana, que meses atrás por conducta incorrecta – se escaparon de la concentración – el entrenador públicamente los separo del equipo añadiendo que la sanción era indefinida. Lo cierto es que ha dado marcha atrás con el castigo con lo cual aquellos jugadores indultados jugarán próximamente. Entre nosotros, hay quienes están a favor de la medida, otros en contra y, algunos – como yo- tenemos sentimientos encontrados. La pregunta directa y sin aderezo no se hizo esperar: Y, usted ¿qué opina al respecto? El profesor acomodó el nudo de su corbata, camino por el aula sumido en sus pensamientos: Sí me pronuncio a favor o en contra, la pasión que despierta ese deporte se exacerba; si pregunto a cada uno acerca de sus argumentos, no deja de ser un interesante ejercicio pero el tiempo que dispongo juega en contra… para la siguiente clase la noticia habrá perdido vigencia e interés. De espaldas a la pizarra y, paseando su mirada por los alumnos dijo: Más que tomar partido, intentaré analizar el hecho para que ustedes extraigan sus propias conclusiones:
Primero: El entrenador como conductor y responsable del equipo tomó en su momento una decisión amparada por la gravedad de la falta, por sus efectos en el resto de sus compañeros, en los principios y criterios que consideraba fundamentales como sellos de su gestión.
Segundo: Los jugadores convocados a una selección son profesionales y como tales, conocen sus obligaciones y prerrogativas. Aunque por su edad, sean jóvenes, su desempeño y experiencia en las justas locales acredita su convocatoria para defender los colores patrios.
Tercero: Sean o no conscientes, la verdad es que los jugadores de la selección son referentes o modelos para una miríada de niños y adolescentes que aspiran a emularlos en el campo de fútbol o para aquellos que simplemente son sus hinchas, aguardan el fin de semana para verlos jugar con expectativa creciente nutrida con la lectura atenta de las noticias acerca de sus ídolos.
Cuarto: Los principios son vitales para todo colectivo organizado, fomentan su unidad, señalan el norte y fundamentan el trato equitativo.
Quinto: Con el indulto otorgado – sea por influencia mediática o por pragmatismo: se tiene que ganar – la autoridad del entrenador se ha visto mellada. Ante un hecho similar o ante cualquier otra falta ¿Las sanciones tendrán efecto?
Sexto: El mensaje dado es claro y arteramente perjudicial. El perdón es sólo para aquellos que sean “buenos” o “famosos” jugando el fútbol. ¿Se habría indultado a aquellos jugadores que no tengan el nimbo de la fama? La malhadada actitud de privilegiar el divorcio entre la vida pública y la privada se mantiene, en contra de la unidad y la coherencia de vida como valores de la persona. Me viene a la cabeza aquella frase que se escucha en el ámbito político: roba pero hace obras.
Sétimo: ¿Qué lectura del indulto harán aquellos jugadores que se esfuerzan, que cumplen con diligencia las instrucciones y reglas dispuestas por el comando técnico de la selección? A los que procuran hacer bien las cosas no se les alienta o poco se les estimula. ¿Por qué empeñarse, si…? ¿Qué pensarán a aquellos jugadores que pugnaban, en buena lid, por hacerse con el puesto de titulares en la selección, si los indultados serán premiados con el puesto que supuestamente “perdieron?”
Octavo: El indulto concedido simboliza una estrategia que mira tan solo a no perder la batalla de la Copa América, cuando la lógica era apostar por la victoria en la guerra. Con la medianía no se decide por el futuro, se estanca en la mera coyuntura. La selección nacional seguirá deambulando bajo de égida de una ética borrosa que apaña intereses subalternos en prejuicio del bien común, mientras tanto, los peruanos seguiremos cegados por unas luces de bengala.
Este hecho es únicamente una muestra de los tantos dilemas éticos que en la sociedad actual se plantean. A los niños y jóvenes, expuestos a ídolos mediáticos, se les hará difícil discriminar aquellos modelos íntegros y coherentes con los que puedan identificarse. Los docentes tienen una difícil y ardua tarea en la formación de sus alumnos. Empero, un buen comienzo es abrir espacios para discutir y reflexionar acerca de sucesos similares o parecidos. El aula, el profesor y los compañeros conforman el conjunto apropiado y siempre vigente para hacerlo con honestidad, respeto y buena disposición.