CARACTERISTICAS DEL TRABAJO BIEN HECHO

EdistioCámere

En los colegios se suele estimular, encomiar y enseñar a que los alumnos realicen bien las tareas ([1]) que se les encomiendan. Por lo general, entre los docentes existen criterios implícitos que ayudan a calificar la bondad de un trabajo escolar: el cumplimiento en la fecha estipulada, la adecuación de las respuestas con lo explicado en clase, la presentación…etc. Las tareas tienen dos finalidades: a) próxima en tanto sirve para verificar el aprendizaje del alumno; b) remota en la medida en que modela un modo o estilo de encarar el futuro trabajo profesional y – a través de éste – la materialidad del aporte a la sociedad. En esta línea, se puede afirmar que la tarea escolar tiene más enjundia que la pura medición cuantitativa, la supervisión y como vehículo para conseguir buenas notas.

La actividad escolar, con todo lo que supone, es el ‘trabajo profesional’ del alumno, por tanto, el formarlo para que despliegue bien esa actividad debe ser un empeño docente trasversal que promueva la configuración de un estilo virtuoso, aunque en lo cotidiano el estudiante la pueda percibir con una visión cortoplacista: cumplir lo que se le encarga y conquistar resultados.

La alusión al trabajo bien hecho habla de una acción humana y de una calificación acerca de la perfección lograda. No es un deseo ni una promesa, por el contrario, es una muestra patente, cabal y evidente. ¡Una muestra! Pero ¿de quién? Sin duda de su autor, quien formaliza su existencia, al tiempo que le confiere su sello personal en la medida que vierte en el trabajo operaciones propias de su naturaleza. El atributo de bien hecho es resultado de lo que pone el productor y de lo que opone la materia en su acabamiento. El esfuerzo que reclama el trabajo en su confección no es solo debido al costo que supone incorporar sostenidamente las operaciones humanas: inteligencia (pensar) y voluntad (querer) sino también, a la resistencia que pudiera presentar la materia para dejarse dominar, formar o precisar. En este sentido, el vínculo que se establece entre el autor y su obra es de tal condición que mutuamente se influyen. El trabajador, al operar sobre una materia, no queda igual: adquiere experiencia, conocimientos, constancia, laboriosidad, creatividad… notas que, a su vez, influyen positivamente en la confección de la siguiente tarea o producto.

 El trabajo, todo trabajo, se puede definir como: “una acción humana que consiste en producir algo, es decir, proporcionar al ser una cierta perfección que antes no tenía” (J. La Torre: 1982). A tono con la definición se puede declarar que la existencia y la esencia de un trabajo son originadas por la persona. En este hecho va implicado que: a) que no hay trabajos más importantes que otros, su valía depende de cómo se realicen; b) tampoco hay dos iguales en tanto que los agentes son personas singulares y desde esa índole, autografían su trabajo; y, c) si el trabajo bien hecho, existe y es, entonces, es posible atribuirle las propiedades trascendentales que todo ser posee. Esto es, todo ser o ente tiene verdad, bondad, unidad y belleza que las tienen por participación del Autor del universo. Por analogía se puede decir que también el hombre, la persona, cuyo mandato es dominar y custodiar la tierra, retiene las particularidades y talentos convenientes para que, realizando un trabajo bien hecho, resplandezca las mencionadas propiedades trascendentales.

 1.- La Verdad:

Cuando nuestras afirmaciones concuerdan con la realidad las llamamos verdaderas. Cuando en la realización de un trabajo se despliegan al máximo las facultades, las aptitudes y las virtudes que se poseen, aquel se manifiesta como más verdadero. Un trabajo bien hecho muestra y demuestra lo uno es capaz de aportar. En la medida en que en la obra se actualizan las virtualidades del autor es más verdadero. Por el contrario, se falsea un trabajo realizado con mediocridad, hecho a medias, a la ‘criolla’, que si bien es un producto, no refleja cabalmente la participación de la persona, ésta participa a medias.

Cuando la persona ‘viaja saliendo de sí y se pone integralmente’ en su trabajo, éste se convierte en un gran conectivo social. No solamente redunda en beneficio del destinatario (s) concreto (s) sino que estructura dentro del plexo social relaciones basadas en la verdad y en la confianza.

Además, cuando se instala la verdad en el trabajo, el autor logra prestigio, lo buscan porque el resultado de su trabajo es bueno y mira a la satisfacción de las necesidades acabadamente; de otro lado, gana en autoridad, los resultados avalan sus opiniones y juicios. Con lo cual, sus colegas o los destinatarios de su actividad podrán recurrir a él no solo para absolver sus inquietudes materiales sino también para hacer lo propio con las personales.

 2.- La bondad:

Un trabajo es bueno en proporción al cumplimiento de su propósito o fin: satisfacer honradamente las necesidades de sus destinatarios. También se predica como bueno cuando se ofrece como un servicio que contribuye al crecimiento de las otras personas. Cuanto más incide en su desarrollo más bondad tiene, por tanto, es más perfecto. La bondad del trabajo es difusiva, es decir, se extiende e impacta en el bien común. Un producto confeccionado en beneficio exclusivamente del propio yo o mal elaborado afectará en algún tramo la cadena ‘laboral’ perjudicando a terceros. En este sentido, el aporte, se hace bueno, cuando se trabaja con la intencionalidad de querer hacer el bien, de ayudar a los demás satisfaciendo sus necesidades reales en atención a que el destinatario de ese trabajo no es un cliente sin más, es una persona concreta que lo demanda.

La bondad del trabajo recae en el mismo autor en tanto que al realizarlo asimismo crece como persona. Sirva el siguiente ejemplo para clarificar esta idea. Al tocar un instrumento no solo se ofrece una melodía, también se mejoran las habilidades comprometidas en su ejecución. De manera que la próxima vez dichas habilidades estarán en mejores condiciones de tocar mejor la misma melodía u otras de mayor fuste. Así sucesivamente. El crecimiento de la persona que trabaja es irrestricto no solamente crecen sus cualidades intelectuales o ejecutivas, también crece en el ámbito de las intenciones: siempre podrá querer buscar más y mejor el bien de los demás. A medida que lo intenta y lo va consiguiendo, su voluntad se reconfigura para estar mejor dispuesta para lograr el bien.

3.- La belleza:

El trabajo bien hecho no solamente satisface las exigencias teóricas y prácticas del entendimiento, también la sensibilidad encuentra regocijo al expresarse diciendo ¡Que buen trabajo! Es que un buen trabajo manifiesta belleza cuando combina con armonía el producto con la atención capilar a los detalles que lo completan y acompañan: la presentación, la puntualidad, el orden, la cordialidad, el buen trato con su destinatario, entre otros muchos más. En suma, el cuidado intencional de los detalles añade valor al producto y trasluce interés y respeto genuinos hacia las personas a quienes se dirige.

Un trabajo testifica belleza cuando el autor ha sido capaz de conseguir en su obra el apogeo de lo inteligible, esto es, que se pueda entender, que sea simple en su comprensión, que sirva efectivamente, en orden al origen de su confección; y cuanta más participación de su persona haya puesto en su producción. De tal manera que, al combinar ambas acciones, en la composición alcance que su trabajo cause agrado en tanto, que el usuario, al recibirlo, también pueda contemplarlo.

4.- La Unidad

La unidad se advierte cuando no existe división entre el trabajo y su autor. Cuanto más fiel sea con relación a si mismo y a la misión que le compete desempeñar, a través de su trabajo, en la sociedad, la intención y la factura puestos en aquel, tendrán el mismo comportamiento coherente, independientemente del lugar donde se esté o de a quien se dirija la obra.

La unidad en el trabajo es la propiedad que mira directamente a la justicia al dar a cada uno lo que le es debido. El destinatario tiene unas expectativas y unos compromisos que honrar derivados de la obra que espera. Desde esta perspectiva un trabajo se hace corrupto cuando se los perjudica por capricho: deteniéndose con dilación en lo que place y agrada, en los elogios que pudiera recibir, mientras que, lo que corresponde – el deber – se termina a medias o se entrega a destiempo; también se afecta al destinatario cuando para recibir lo que le es debido tiene que recurrir a recomendaciones de terceros, a lisonjas, a suplicas conmovedoras y, al extremo, ofrecer dádivas que perjudican su economía.

La unidad predica coherencia entre la acción humana y el sentido del trabajo en función del bien y desarrollo social. El trabajo devenga, sin duda, dinero, pero también es un servicio que contribuye a la mejora de quien lo recibe. Por su parte, el autor no solamente se hace más experto también madura en su personalidad cuando realiza un trabajo bien hecho, de manera que, su aporte que será de calidad tendrá, además, su sello personal e irrepetible. Desde el colegio se puede incidir en el progreso de la sociedad, incentivando la tarea bien hecha.

 

 

 

 

 

[1]  Entiendo como tarea toda acción solicitada por el docente al alumno: exámenes, monografías, informes, pasos, resolución de problemas, deberes para la casa, dibujos… etc. Por cierto, me refiero a toda las materias escolares.


2 respuestas a “CARACTERISTICAS DEL TRABAJO BIEN HECHO

  1. La tarea, no es sino un medio para poder materializar mis pensamientos, mis aptitudes, mi arte, donde mi ‘yo’ se plasma en una hoja, una cartulina o en otro pensamiento. Entonces la tarea es una despertador, aquella que despierta a mi ser provisto de bondad, verdad, belleza y unidad. Entonces, es también un deber del docente hacer las tareas muestren la singularidad del alumno, donde la posibilidad del «copy and paste» o del calco de aquello que mi mala organización no permitió mostrar con un trabajo bien hecho, no tenga siquiera posibilidad de asomarse. Es un deber del docente idear creativamente una tarea, esa que me hará descubrir la genialidad, la paciencia, el esmero y por qué no, mi nueva forma de enseñar. Quizá el despertador cada día necesito.

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