Edistio Cámere
El retorno a la escuela va cuajando. Las familias se preparan para que la alegría, la algarabía y los juegos de los niños regresen a los colegios. El Ministerio de Educación camina a paso firme en ese sentido.
Así, la vuelta al colegio es el “pago de la deuda personal contraída con los niños y jóvenes” precisamente por habérseles – sin ofrecer alternativa alguna – privado del despliegue de su condición de seres sociales, en unas edades evolutivas fundamentales para su desarrollo. El escenario 2022 con clases virtuales exclusivamente comportaría más desventajas que ventajas. ¡El costo en materia socio-emocional y personal sería muy alto!
Caminar no significa arribar a la meta, pero demuestra un moverse enfocado. Ahora bien, el gobierno nacional decidió enfrentar la pandemia decretando emergencia sanitaria y confinando a los ciudadanos a una prolongada cuarentena. De esta manera, limitó las expresiones y encuentros sociales y puso entre paréntesis una serie de libertades civiles. El ciudadano fue reemplazado por el gobierno, para protegerlo del Covid 19, al extremo de que las acciones gubernamentales restrictivas y de control pasaron de soslayo tanto su impacto como el de la pandemia en cada persona. Olvidaron que los efectos del Covid 19 son también individuales.
El Ministerio de Educación peruano habla de que, en función de las condiciones epidemiológicas, trasladará la decisión final a la comunidad educativa. Me parece un avance tal decisión. No obstante, como no puede revocar su responsabilidad, le corresponde: a) reconocer la diversidad de los efectos de la pandemia en los estudiantes junto con la solvencia profesional de las escuelas para atenderlos; b) Comunicar – un solo portavoz – con claridad y firmeza, la política educativa y sanitaria y sus exigencias, pero con realismo, no suponiendo que somos un país europeo. Los padres de familia, docentes y alumnos necesitan que se les brinde seguridad y serenidad; c) Emitir una norma que ponga a buen recaudo a la escuela frente a los eventuales contagios de los alumnos. En resumen, atañe al Ministerio delimitar el campo de juego, pero respetando la táctica, la técnica y el modo de jugar de cada equipo.
En el regreso al colegio gradual y progresivo existe consenso. ¿Qué tareas avanzar este último trimestre del año? A mí se me ocurren algunas: a) estar un tiempo con los docentes: escucharlos, tomar posición de su situación, y planificar integralmente la acogida a los alumnos; b) Por grupos, estar con los alumnos para conocer de sus aprendizajes y su situación socio-emocional y, c) preparar la escuela con efectivos y realistas protocolos de bioseguridad.
El propósito de la vuelta al colegio no es retomar la plenitud del horario académico, sino centrarse en lo que “congeló” la pandemia: relaciones interpersonales, actividades de socialización, de pertenencia, y las habilidades expresivas y ejecutivas. La primera parte del 2022 debería ser tomado con una especie de propedéutico: una preparación para retomar el ritmo de la vida estudiantil. En suma, se trata de devolver la alegría, la ilusión y la esperanza de las personas. Luego… como alumnos aprenderán.