EDUCACIÓN DEL CARÁCTER: Dos consignas

Edistio Cámere

Termino bien lo que empiezo es una idea fuerza en la educación de un alumno. Motiva a no quedarse en la ilusión del comenzar, de poner la primera piedra; además mueve a finalizar una tarea con diligencia cuidando tanto el fondo como la forma, de manera que al resultado se le añade valor pues se pone tanta inteligencia y querer como se es capaz. El terminar bien algo es como si ese algo se convirtiera en un alguien porque tiene el sello humano e intencional de su autor.

El terminar bien lo que se empieza pone en marcha todo un conjunto de virtudes y cualidades de la persona. Un primer aspecto tiene que ver con lo que se podría denominar el encuadre de la tarea: ¿en qué consiste? ¿Puedo hacerla? ¿Son superables las dificultades? ¿Cuál es su finalidad? “Pararse a pensar” es el punto de partida para acometer una acción. Enseguida el compromiso personal. Al comprometerse con libertad, uno se hace responsable de llevarla a cabo. Cuando en el camino aparecen imprevistos: la fortaleza es la respuesta; cuando el cansancio jala hacia abajo: la perseverancia mantiene claro el norte; cuando la distracción y el ensueño pretende sacar de cauce, la constancia hacer reenfocarse en la tarea; cuando la aridez presiona, la solidaridad y la justicia le devuelven el color; finalmente, si a pesar de todo el esfuerzo desplegado, la fragilidad humana pretende entronizarse tentando a abandonar a medias la acción iniciada – para un católico – es momento de mirar a Jesús en la Cruz y ofrecerle el continuar adelante.

 El terminar las cosas bien es un ejercicio que redunda tanto en la calidad de la acción como en quien la ejecuta: las facultades implicadas en la tarea se mejoran, de modo que podrá hacer con más destreza la siguiente. Es un proceso de perfeccionamiento continuo que fenece con la muerte. Si desde el punto de vista del conocimiento y la inteligencia se consigue realizar acciones óptimas, aún queda un gran campo a conquistar: terminar las cosas bien por amor y con amor. El acabar las cosas bien para satisfacción propia es un primer peldaño. Hacerlo porque benefician a “otro” o porque alguien significativo lo solicita son escalones que hay que subir para seguir creciendo como personas.

 Ir contracorriente

 “No asistí a clase… es que el profesor es poco dinámico”. “El frío me atrapo y llegue tarde a la cita con el médico” “Tuve toda la intención de llegar a tiempo… pero hubo tal tráfico que…” “Claro que hice lo que debía, el resto del grupo escucho mi propuesta pero no tuvo eco” “Perdona mujer. Iba salir en punto… es que los amigos no me dejaron salir. Tan solo tome dos cervecitas”.  Estas – entre otras muchas – son algunas muestras que hablan de que el ser humano tiene que ir contracorriente si pretende conformar sus actos con sus principios. Contracorriente consigo mismo cuando sus debilidades y flaquezas lo cercan o acorralan. Contracorriente con el ambiente que se hace hostil o tienta con seducciones que distraen del camino que conduce a la meta planteada. El crecer, el desarrollarse siendo un bien atractivo no se consigue, sin embargo, sin renuncia, esfuerzo y tesón que mientras se experimentan se anhela lo que precisamente se deja. El dilema está trazado: se abdica del objetivo de mejora o se abraza a la comodidad del momento. Ambos no pueden convivir simultáneamente.

Estacionarse en el disfrute inmediato no exige ningún atributo especial. Mientras que ir en pos del crecimiento personal es una empresa que nos implica integralmente y que se sostiene – en el tiempo – actualizando constantemente el compromiso con los propios ideales. En tal empresa cada cual es un insigne protagonista que no puede ser sustituido, ni menos pretender endosar a otros la cartera de las propias responsabilidades. La confección de la particular  biografía, suscribirla y ponerle el propio sello es un poema a la libertad humana. La misma, precisamente en razón de su grandeza, es capaz de apelar al dejarse ayudar, al buscar ser acompañada en la misión del crecimiento personal.

Los alumnos esperan que sus docentes los estimulen con reglas, pocas pero claras, que les señalen por donde deben transitar a pesar que el cansancio, la fantasía o el juego los pretendan llevar por senderos opuestos o simplemente a regodearse con lo que tienen entre manos. ¡Cuánto bien hace de cara al futuro que al educando se le diga que no a algunas de sus solicitudes!


3 respuestas a “EDUCACIÓN DEL CARÁCTER: Dos consignas

  1. Estimado Edistio

    Estaré en Lima hasta el 5 de Diciembre, luego regreso a Ottawa, Será posible encontrarnos? Me puedes llamar al celular 991106497

    Abrazo

    HA

  2. muy buen articulo, se por experiencia propia que da buenos resultados la practica de un deporte o hobby, que se practica con pasion porque gusta, ayuda a querer superar las dificultades y obstáculos para seguir y conseguir llegar a la meta. yo estudie piano desde muy pequena y eso me ayudo a adquirir la virtud de la perseverancia porque practicaba todos los dias durante anos

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