Retos de la educación personalizada (1)


Edistio Cámere 

Una visión personalista va a contrapelo con la cultura contemporánea; lo que da noticia, no obstante, de que la educación no es neutra ni navega por libre en el curso de la sociedad. Con todo, la educación personalizada cuenta con los suficientes atributos como para dar un norte a las escuelas; ilusión y horizonte a los docentes y fundamentos para que generosamente distingan las posibilidades que ofrece el entorno para convertirlas en disponibilidades en beneficio de los alumnos. Por último, tiene el suficiente carácter como para enfatizar la dignidad de la persona, en virtud de lo cual la educación personalizada sin cesar responderá con creces a la cultura contemporánea. 

El autor, señala dos rasgos estructurales de cultura actual. a) El instante: que deviene en divertimento. El antídoto desde la educación personalizada sería la alegría, el buen humor consigo mismo. No tomarse tanto en serio. La capacidad de disfrutar de la obra bien hecha – una característica esencial de una educación que mira a la persona-.  Diversión, es sacar de la actividad en la que uno esta empeñado, es distraerse. El divertimiento es cumplir aquello que una madre le decía a su hijo piloto de avión: Cuídate vuela bajito. No interesa remontar las altas cumbres, importa el selfi en la cabina. Es manejar un carro en retroceso, suena a intrépido, pero es un afán de huida, de huir de los compromisos. La alegría es la conquista por haber alcanzado un bien arduo y además poseerlo, tenerlo consigo. El encuentro con la enamorada, con el amigo es una loa a la duración. Cómo afirma el autor, no es el tropezón, ni el instante lo que es capaz de fecundar. La pasión por el instante, por ya pe, o por el imitar a Forrest gump cuando sintió el impulso interior de correr y, lo hizo hasta que el corazón veleidoso dice: detente. ¿Por qué la prisa para hacer o cambiar de actividad? Porque ahora se vive como se consume. El problema no está en comprar sino en la definición de necesidad. La educación consumista es utilitaria: no respeta el ritmo ni la singularidad de sus alumnos. 

b) El afán de logro configura una cultura del éxito que permanente está a la búsqueda de resultados “felices” para sí y a toda costa sin importar los colaterales. La autodefinición de felicidad, como puede llevar equívocos, es capaz, para gozarla y sentirla, imperar de tal manera en la conducta que se imponga sobre cualquier otro motivo razonable. Otra interpretación de éxito es el ¡ya terminé! Pero no consecuencia de un constante, atento y laborioso desempeño; sino del interesado en la mera compensación económica y el disfrute subsecuente. Son aquellos de las primeras piedras, del trabajo terminado a la criolla

Cuando se conquista el éxito positivamente es porque se intenta salir de la medianía. Es una guerra consigo mismo. El éxito es lograr, lo que decía el filosofo L. Polo– citado en este libro – aprovechar el tiempo, creciendo como persona. A su vez, el éxito es como la identidad, es personal. Se incoa con la aceptación de quien soy, de lo que he recibido y el reconocimiento positivo de las decisiones asumidas: matrimonio, familia, trabajo, amistades… etc. El éxito no se mide por lo que se tiene sino por lo que se hace con lo que se tiene. No preguntes cuanta ganas, pregunta qué haces con tu dinero. Un escritor, de seguro no se gasta su dinero en tener un auto del año, lo invierte en libros. 

La pedagogía del don – otro acierto del texto – es el método mediante el cual se aprende a comunicar – poner a disposición – los talentos. Para que la comunicación persista el don intencionadamente debe buscar el bien del otro. ¿Por qué esta condición efusiva del hombre? Porque participamos de la misma dignidad, somos corresponsables de la suerte de nuestro prójimo y nos complementamos y completamos mutuamente. La apertura del hombre no es una suerte de emanación o de efluvio, es efusiva y lo es porque solo desde la libertad se puede donar. Querer hacerlo es el inicio de esta pedagogía. El hombre ofrece bienes o servicios preñados de sus capacidades animadas por su decisión y buenas intenciones. El don por excelencia es entregarse dilatando la propia vida a través del tiempo. 

Es la postura del magnánimo, que no se contenta con dar, no se detiene hasta darse en pos de un ideal. Compromiso, promesa, lealtad, largo plazo, altos ideales y principios…etc. todos ellos predican don, entrega y generosidad. El hombre que lucha por ser bueno y virtuoso añade ese mismo valor a su donación. Una cualidad que cabe comentar es la gratitud: agradecer por lo recibido y ser agradecido por lo que dona. En ambos casos, se funge de fiduciarios: multiplicamos lo recibido y quien a su vez es beneficiario, le añade lo propio, en línea ascendente. El siguiente recibe más. Es el aporte generacional. 

  1. Bobadilla Francisco, Retos de la educación personalizada en la cultura contemporánea, 2020, Ed. Mar Adentro, Lima, pp. 62.


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