La mentoría: profesor que ayuda a otro profesor

Por Edistio Cámere

mentoria profesoresLos esfuerzos que una escuela despliega para seleccionar docentes idóneos, junto con los significativos recursos en tiempo y en dinero que invierte en su capacitación, no siempre garantizan la eficacia en el ejercicio ordinario de su quehacer. ¿Fracasó el sistema de selección? ¿La capacitación no fue oportuna en contenido? ¿Los arquetipos o supuestos acerca de la labor del profesor fueron tratados? ¿Por qué la motivación empieza a decaer a los pocos meses?

La selección y la capacitación -entre otros-  son y serán necesarios para elegir y conformar un cuerpo docente eficaz y probo. No obstante, ¿es sólo el cumplimiento y la eficacia técnica lo que se debe esperar y exigir al profesor? No exclusivamente. Más bien ¿no será que lo solicitable del profesor sea su compromiso y su adherencia a los objetivos de la educación y del colegio? Sí, por tres razones. Primero, la actividad educativa, teniendo un componente técnico, se despliega en su apogeo en el terreno de los principios, ideales y proyectos futuros; segundo, es el docente quien tiene que conocer y apropiarse de una cultura -de la que no necesariamente comparte, parcial o totalmente, al insertarse en un nuevo centro educativo-  a través de la cual debe educar y orientar a los alumnos; y, tercero, en la docencia las relaciones personales consituyen una de sus notas significativas. Este hecho señala que el profesor se implica y es afectado por aquellas, al tiempo que las propias vivencias influyen en sus relaciones con los alumnos o con los padres de familia. 

En educación -independientemente de que algunas voces estridentes insinuen lo contrario- el artífice fundamental (después de los padres) para conseguir que el joven se autoeduque es el profesor.  Pero la actividad docente no es unidimensional, no se agota, por lo menos en el colegio, en la mera instrucción; más bien es integral o total en tanto que se encuentra con la unidad de la persona del alumno radicalmente completa. 

El encuentro con el alumno, con el propósito de asistirlo, es imprevisible y en cierto sentido afectado. Es imprevisible porque la conducta esperada como respuesta a una proposición no resulta como efecto: su interlocutor es libre para pronunciarse en un sentido u otro. Por eso no deja de ser misterioso y sobrecogedor cada nuevo encuentro educativo interpersonal. El encuentro es afectado también porque a diferencia de una relación amical o amatoria, en donde estar juntos simplemente es ya una ganancia mutua, en el vínculo docente-discente la ayuda marca el derrotero y es el combustible que alimenta el motor para continuar.

Empero, la ayuda puede no ser bien recibida, ni comprendida o demandar de esfuerzo y paciencia para alentar cualquier síntoma de mejora o de cambio, todo lo cual señala que dicha ‘relación educativa’ no es neutra: puede causar satisfacción o gozo ante el objetivo logrado; o también puede dejar rasguños, heridas que se acentúan por indiferencia o silencios prolongados. En una auténtica relación de ayuda no es su bienestar lo que precisamente busca el profesor.  

El curso de esta líneas pretenden fundamentar que el profesor requiere de un espacio casual sin las rigideces de las estructuras formales o jerárquicas para poder desembalsar de modo prudente y objetivo el ‘sedimento’ que va quedando al desplegar intensamente el quehacer docente.

Campos de la mentoría

Un primer campo tiene que ver con el recibimiento, acogida y seguimiento durante un tiempo prudencial al profesor recién incorporado a la institución. Es muy distinto iniciar un proceso de adaptación a un puesto laboral mediante tanteo o por ensayo–error, máxime si el docente,  además de las funciones asignadas, tiene que hacerse con una cultura nacida y acrisolada gracias a las interacciones ajustadas entre los integrantes del centro educativo que fundamentan un estilo y modo de hacer las cosas. Y otro, diametralmente opuesto, es que el docente sea acogido y conducido pedagógicamente, es decir, gradual y comprensivamente a hacerse cargo de la cultura -historia- institucional, recibiendo las explicaciones oportunas de manera que comprehenda el por qué de cada hecho o circunstancia. Con la  mentoría se elimina la tendencia a juzgar una situación dada a partir de la particular experiencia y la actitud crítica o de aparente suficiencia al pensar o proponer que las cosas pueden hacerse de otro modo.

“Un mentor es alguien que ha estado donde tú quieres ir y está dispuesto a ayudarte a llegar allí”, procurando abreviar el tiempo que aquél gastó en identificarse con el centro educativo. Los manuales señalan el qué pero no dejan de ser fríos e impersonales. De otro lado, en un colegio pleno de relaciones humanas y de conductas imprevisibles, la prudencia en su aplicación le añade matices y giros que sólo se aprecian y valoran cuando es trasmitido por alguien que lo conoce históricamente por dentro.

La oportunidad de preguntar acerca de las dudas, inquietudes… así como la de cotejar el propio quehacer sin presiones y en el marco de un trato amigable y de cooperación es, sin duda, uno de los pilares de la mentoría en el campo de la inducción de nuevos docentes. Sin embargo, para que, en este caso, el mentor pueda cumplir con la finalidad de su encargo debe evitar suplir o convertirse en una muleta de uso permanente. El mentor tiene que aplicar el principio de subsidiareidad, es decir, estar persuadido de que su tarea termina en cuanto el profesor pueda valerse por sí mismo.

Un segundo campo de aplicación de la mentoría -a mi juicio permanente y constante-  es el de la consejería. Para atender la inducción de profesores nuevos, es el centro educativo el que designa ‘quien con quien’, mientras que para la consejería designa a los ‘quienes’. Es prerrogativa de cada docente elegir el ser mentoriado o no y con quien. Por lo tanto, esta condición es fundamental para que se cumpla con la naturaleza de la consejería.

Esta acción puede atender uno o los tres siguientes ámbitos: El primero tiene que ver con la orientación solicitada o recibida en torno a una determinada tarea, actividad o encargo que se tenga entre manos. Para la toma de decisiones, por las consecuencias que conlleva, sobre todo en la fase de la deliberación, es valioso contar con un interlocutor capaz de ayudar a profundizar en las razones y mostrar escenarios que evidencien sus secuelas. Dado que el docente educa a través de su persona, es recomendable que todo lo que en materia personal, familiar y social le pueda afectar, tenga la oportunidad -si lo desea- de ser escuchado y acogido, recibiendo consejos para resolver sus problemas o inquietudes. El hombre es una unidad: las preocupaciones familiares afectan su trabajo y las del trabajo afectan a la familia. El platicar sin prisa, amicalmente con una clara intención de ayuda es permitir que los profesores puedan refrescarse, sentirse apoyados y seguros que tendrán, cuando lo necesiten, el brazo fuerte que los sostenga y la palabra atinada que los aliente y acoja.

El segundo cae en el ámbito personal, en el cómo le impactan o le afligen las normas, la convivencia entre pares y la exigencia del centro laboral. Hablar al respecto tiene un efecto catártico de indudable beneficio tanto para la institución como para el interesado: se evitan los chismes, los resentimientos sin base o malos entendidos que alteran el clima institucional… El repensar acerca de una situación vivida le añade distancia, objetividad y razones que encauzan las emociones despiertas y una nueva mirada que aquieta los ánimos y otorga bríos para seguir adelante.

Por último, el tercer ámbito acredita a la mentoría como el canal irremplazable por donde circulan reconvenciones, indicaciones, sugerencias -dichas en tono amical y sin la carga formal proveniente de la estructura jerarquía- para la mejora personal y profesional. ¡Cuánto se agradece escuchar, en coloquio íntimo, aquello en lo que se debe mejorar! ¡Cuánto se valora saber que alguien evitará que se caiga en situaciones embarazosas!  

Características y condición del mentor

Amplio podría ser el elenco de características requeridas para elegir un mentor en un centro educativo. Es verdad, algunos pueden enfatizar la empatía, el dominio de las técnicas de entrevista, la inteligencia emocional, la asertividad, la objetividad, la simpatía, etc. No obstante, prefiero quedarme con tres: el prestigio, la sabiduría y la discreción.

El prestigio logrado, no solamente en el ámbito profesional, es aquel que se fundamenta en la coherencia entre el pensar y el hacer, en el comportamiento moral y ético; así como en el conocimiento prudencial, que le permite actuar y opinar sin caer en extremos ni en lisonjas. La sabiduría ganada con años de intensas experiencias, de luchas, de victorias y de derrotas, va dibujando una actitud madura y real de la vida que le otorga esa intuición que lo hace idóneo para conocer, comprender y  orientar a las personas. La sapiencia, tiene la virtud de buscar y querer la verdad, no escondiendo ni ‘dorando la píldora’ cuando algo no discurre por buen camino, ni tampoco la escamotea para evitar conflictos o malos momentos. Es esa sabiduría la que conduce, con buenos modos, a que el docente se encuentre cara a cara con la verdad.

La discreción es el candado que da seguridad a la mentoría y la mantiene por los cauces de la intimidad e individualidad. El abrir el corazón y la mente reclama el debido respeto para que no trascienda del ámbito que le compete. La reserva es garantía de continuidad y constancia en la relación entre el mentor y mentoriado, que es en el tiempo donde cuaja en frutos. Por tanto, mal haría el directivo si pretendiese, valiéndose de su posición, inducir al mentor para que le reporte acerca de sus entrevistas. Mal haría porque quebraría medularmente la base de la mentoría: la confianza. Sin embargo, el mentor, en atención a sus atributos, puede acercarse a la dirección solo cuando un hecho afecta al bien común, cuando va en contra de su conciencia y/o cuando el caso requiere de un intervención corporativa puntual y asertiva.  

La mentoría: profesor que ayuda a otro profesor, es una institución que tiene más ventajas que desventajas, considerando entre estas últimas lo económico. Bien llevada, esta acción contribuye a mejorar el clima institucional, pero sobre todo es señal clara de parte del centro educativo de su interés central por todos y cada uno de sus profesores, actitud que luego aquellos trasladarán hacia sus alumnos o padres de familia. Así como un diamante se pule por acción de otro diamante, así también una persona crece por acción de otra persona. Por ello, en educación al profesor se le tiene que acompañar y escuchar.


2 respuestas a “La mentoría: profesor que ayuda a otro profesor

  1. Mis cordiales saludos y felicitaciones por tan didactico documento, en Chile un grupo de lideres Pedagogicos que son Directores y Jefes Tecnicos estan en estos momentos trabajando con una vision que apunta a las Mentorias sabiendo que mas de 5000 años ya se viene dando por las diferentes sociedades.
    Pero este documento refleja lo que una escuela debe YA hacer sistematico frente a los nuevos desafios que cada dia son mas obstaculizadores para el que hacer profesional.
    Gracias por sus aporte a la educacion y apoyo alos docentes.
    fernando
    sexta region
    Chile

  2. Cordiales saludos: Mi nombre es Carlos González. He sido profesor de matemáticas y física en la enseñanza secundaria durante 24 cursos. Finalmente, al verme limitado en mi deseo de practicar una enseñanza basada en los nuevos paradigmas, decidí dejar el camino de la enseñanza oficial e iniciar uno nuevo, alternativo al sistema imperante.
    Durante años, he podido comprobar como mis alumnos adolescentes enterraban sus sueños hasta hacerlos invisibles. Su entorno les enseñaba que la “seguridad” era lo primero: estábamos creando víctimas. La rabia que sentía ante tal panorama la he trasmutado en creatividad, escribiendo un libro que narra cómo empoderar a los adolescentes:
    “Un maestro decide crear un ambiente mágico en su clase para empoderar a sus alumnos. Les ayuda a descubrir los enormes potenciales que habitan en su interior. Les revela un mundo más allá de la mente programada y de las creencias. Para llevar a cabo su proyecto el profesor emplea curiosos trucos…
    Los alumnos van resolviendo los enigmas, que el maestro propone de una forma singular. La clase es una creación de todos. El aprender se transforma en una aventura.
    Poco a poco, cada alumno se convierte en su propio maestro, en una fuente de conocimiento para él y sus compañeros. La vida se torna mágica: pueden vivirla desde su corazón, sin que las creencias les limiten “
    Su título es: “Veintitrés maestros, de corazón – un salto cuántico en la enseñanza-“. En él se plantea un modelo educativo que se basa en descubrir la fuerza interior.
    Hoy puede ser ciencia ficción…tal vez una semilla, pero si la nutrimos puede generar una forma totalmente nueva de enseñar, en la que el ser humano deja de sentirse víctima, para sentirse el creador de su propia vida.
    Creo que su sensibilidad va en la misma dirección que la mía. Por eso, me atrevo a enviale* mi libro en versión digital. He decidido regalarlo persona a persona o institución a institución. Necesita volar…hacia lugares en los que pueda ser bien acogido. Si lo lee le agradecería cualquier comentario. Todos los amantes de la lectura sabemos que bastan cinco minutos con un libro para saber si es de nuestro interés, sólo le pido ese tiempo. Siéntase libre de enviarlo a las personas o asociaciones a las que este libro pueda ayudar. Gracias por su presencia. Le deseo felices creaciones…
    Carlos González
    P.D Mi blog es: http://www.ladanzadelavida12.blogspot.com
    * El libro se puede descargar en mi blog

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