Líderes desde la escuela

Edistio Cámere

      Los ideales son realidades que nuestros sentidos no tocan, no obstante, son capaces de abrir brecha, de remover obstáculos y de juntar voluntades. Su fuerza centra la mirada y el corazón en un mismo objetivo para abrazarlo y hacerlo vida. De manera que con la mirada en el ideal y los pies en la tierra, las dificultades nos harán fuertes; el cansancio, constantes; la incomprensión, tolerantes; las dudas, seguros; y, la soledad, comprensivos y generosos. Con la madurez que engalana quien lucha por lo que cree, se podrá un líder portador de optimismo, de esperanza, capaz  de mostrar e iluminar nuevos caminos, allí donde parece que las encrucijadas y obstáculos oscurecen e impiden su transito. Quien abre nuevos derroteros es sencillamente un líder, no se conforma con revolotear como ave de corral, lo suyo es desplegar sus alas y volar como las águilas surcando los aires y conquistando la cima de las montañas.

        Los líderes son a los ideales como el automóvil a la gasolina. No basta con decir que sé es líder, ni menos tener carisma o dominio de la palabra. Es útil pero no suficiente. Es necesario, contagiar los ideales que iluminan nuestro interior para atraer e impulsar  a los demás. Cuánto más  altos y nobles sean los ideales más envergadura y fuerza tendrá el poder de atracción. A metas altas se llega por mejores.

        Estoy convencido que el liderazgo no sólo es cuestión de carisma,elider también lo es de ejemplaridad, de convicción y de un auténtico espíritu de  servicio. Por tanto, no es pretensión afirmar que, en el propio ambiente, se puede y se debe ser líder. El ejemplo valora la palabra. La palabra se nutre con valores permanentes. El espíritu de servicio promueve la cooperación mutua, sustrato de una cultura de paz. El reto está planteado: no es problema de uno o de varios líderes, el problema está en la  ausencia de muchos líderes en su propio ambiente: en su familia, en el colegio, en el barrio y en la ciudad.

       Liderazgo, integración, participación y compromiso son palabras fuertes, contundentes, sugestivas e interpelantes. Frente a ellas no caben posiciones o actitudes tibias, indiferentes y mediocres. Todo lo contrario, convocan lo mejor de cada uno para hacerlas vida, para utilizarlas como verdaderas palancas para mover y cambiar esta sociedad que se adorna repitiendo frases bonitas pero sin ninguna resonancia en las conductas y comportamientos.

      Hay muchos, quienes arrebatados por los problemas, señalan, pontifican y ordenan, siempre en impersonal, diciendo “hay que hacer”. Pocos, sin embargo, se aventuran a despejar el camino allí donde la maleza campea para facilitar un tránsito seguro a los que vienen detrás. Muchos al calor de un emotivo momento aceptan poner el hombro, pero pasado sus efectos, se excusan justificándose con vagos pretextos: ‘es que’, ‘creí que’, ‘pensé que’… quieren pero no quieren. Pocos son quienes dicen que si y lo respaldan con obras; que se entregan con entereza y decisión en pos de un ideal que mire al servicio de los demás. Muchos van tras su propio beneficio y, en ello aplican sus mejores cualidades, olvidando que sólo se construye sumando esfuerzos, opiniones, estilos y atributos. Son pocos los que se comprometen con los deberes propios de la convivencia. ‘Vivir con’ no es solamente coincidir en un espacio, es  también comunicar cualidades y talentos para activar y promover en los demás su propio bien. Muchos – como reza la letra de una canción  de los setenta – de luchar están cansados y no creen más en lo bueno de este mundo. Pocos saben mirarlo con un optimismo realista: advierten la existencia dificultades y problemas, no obstante, su presencia no los atemoriza; saben que desear el bien y el cambio no es suficiente, tienen que empeñarse en lograrlo, con la firme convicción de que hay que desbrozar la tierra, sembrar semillas, velar para que germinen tupidas y robustas, para finalmente distribuir los frutos cosechados. ¿Quiénes aran  la tierra abriendo surcos para sembrar el bien? Aquellos que se saben y actúan como líderes.

      En cierta ocasión dos amigos decidieron emprender un viaje de aventura. Después de caminar largo trecho, sortear dificultades y soportar las inclemencias del clima, llegaron a un pequeño y acogedor poblado. Permanecieron en él buen tiempo gozando de la hospitalidad de los pobladores y de la comodidad aunque austera, que les ofrecían. Cierto día, uno le dice a su amigo: “Es tiempo de continuar nuestro camino….nos queda tanto por descubrir y aprender del mundo”. Aquel no respondió, tan solo resto pensativo. Transcurrido unos días, volvió a insistir: “¡Qué ocurre contigo! Es verdad que aquí la pasamos bien, todo es fácil y agradable. Pero afuera hay un bello paisaje, se respira aire puro. Tenemos más oportunidades. Anímate, vamos en pos de nuestros ideales”. “Estoy cómodo aquí, tengo todo a la mano y me tratan tan bien… Dejar esto significa, volver a comenzar, esforzarme y luchar… y si no consigo nada.  Prefiero lo seguro. Ve tu solo”.

      Es usual escuchar este tipo de respuestas cuando se tiene iniciativas e ideales altos. La sensación de soledad envuelve, en ese momento uno puede pensar: que los amigos no responden; que la sociedad está en crisis; que el dinero no alcanza; que el colegio es exigente, que el Estado no hace nada por nosotros… así se podría seguir enumerando una a una las dificultades que se enfrenta cuando se pretende salir del anonimato, cuando se quiere en pos de metas nobles. Sin embargo, la vida no es color rosa pero tampoco es oscura. Las alternativas para ser mejores existen, no hay obstáculo alguno que impida radicalmente ser el autor del propio proyecto de vida. Todavía hay muchas personas que se resisten a tocar siempre la guitarra como acompañamiento; más bien luchan contracorriente para no ser presa fácil de los medios de comunicación social, de la violencia, del libertinaje sexual, del trabajo hecho con mediocridad, de la falta de compromiso… en una palabra, luchan para ser promotores y pioneros del cambio en el ambiente donde se desenvuelven. Esta realidad anima, estimula y devuelve el optimismo.

      Una famosa actriz norteamericana, visitó en cierta ocasión un hospital de leprosos; al despedirse dijo a la religiosa que la había acompañado: “Es admirable la labor que hacen ustedes; yo no sería capaz de hacer esto ni por un millón de dólares.” La religiosa, muy dulcemente, le contestó: “Nosotras tampoco”. Igualmente, para servir, para ser un verdadero líder no hay que buscar compensaciones materiales. El verdadero motor del líder debe ser el cariño, el afecto y el interés por ayudar a los demás. A metas altas se llega por motivos más altos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


3 respuestas a “Líderes desde la escuela

  1. buenos dias acabo de enterarme de tu pagina y la verdad es que me parece estupendo no sabia de mas personas interesadas en estos temas, aqui tienes un nuevo lector que seguira visitandote abitualmente.

  2. Me encanto este articulo, es uno de los mejores.sobre el mismo, opino que cuando varias personas se unen por un mismo ideal y trabajan en equipo, este tiene mucha mas factibilidad de ser alcanzado porque se unen las fuerzas, las capacidades y las ideas para vencer las dificultades, lograr el objetivo y alcanzar la meta. para atraer a varias personas hacia el mismo ideal, este tiene que ser elevado, sumamente antropológico y explicado en forma atractiva y coherente.

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