LA ESCUELA: UN MOSAICO DE OPORTUNIDADES

Edistio Cámere

Educar es poner en valor lo que el educando trae consigo. ¿Qué trae consigo? Sin duda, lo que la naturaleza le ha concedido y la aportación cultural y afectiva de su familia. Lo que porta está en él pero como posibilidad, aptitud y perspectiva de hacerse y especificarse. ¿De qué dependerá que su actualización? De sus decisiones, de sus experiencias, de los conocimientos adquiridos, de los modelos que imita, de las relaciones interpersonales y del aprendizaje… a condición de que su entorno sea rico, pródigo y diverso en oportunidades, en estímulos, en ejemplos, en calidad e intensidad de retos y situaciones interesantes. ¿La escuela puede ser un entorno apto para actualizar las posibilidades que trae el alumno?

Desde una perspectiva antropológica corresponde a la escuela remover en el educando la ignorancia y promover la formación de su carácter. Gracias a la enseñanza de las materias escolares el estudiante es habilitado para insertarse e integrase en la vida y cultura de la sociedad. De la mano del docente adquiere criterios para emitir juicios, va configurando una cosmovisión y apreciando – a través del asombro – los contrastes y comparaciones que componen la belleza de las cosas sensibles. De suerte que mediante los cursos recibidos conoce y al conocer se apropia y domina la realidad, es capaz de comprenderla, darle un sentido y descubrir territorios inéditos que los explica con la originalidad de su condición de irrepetible.

La formación del carácter discurre por tres senderos que se entrecruzan y complementan. El primero tiene que ver con lo que pone el docente mediante su ejemplo. Si el carácter es la personalidad valorada, éste se muestra de modo natural en el diario vivir. El maestro comunica de dos maneras: explícitamente lo que enseña e implícitamente lo que modela con su modo de ser, con su carácter; por su parte la calidad de la respuesta a lo ‘explicito’ dependerá de lo que retenga, de cómo le afecta y tome de lo ‘implícito’ el alumno. El autodominio, la serenidad, la paciencia y la autoexigencia – entre otros muchos atributos del carácter – pergeñaran en el docente no una autoridad artificial sino más bien una que tiene sus raíces en la coherencia y en la integridad. Precisamente esa autoridad, fraguada con el esfuerzo y tensión personal para delinear la personalidad valorada, será doblemente eficaz: las proposiciones del docente tendrán el respaldo de su prestigio personal, y sabrá ser comprensivo con quien con energía intenta cambiar una determinada conducta, así como estimular al alumno que está en proceso o sugerir nuevas rutas o alternativas a quien está a punto de desistir en su empeño. El ir por delante tiene esa virtualidad.

La tercera línea se entronca con la convivencia con sus pares con quienes guarda similitudes pero también diferencias que son las que, no pocas veces, hacen difícil el vivir con otros. La convivencia es una riqueza para el desarrollo personal y no origen de conflictos. Justamente la formación del carácter es condición para abrirse a la experiencia de las relaciones interpersonales, para no aparcarse en detalles irrelevantes que pueden incomodar por no ser del propio agrado sino trascenderlos para ir en pos del intercambio de pensamientos, sentimientos e ideales, de la colaboración mutua y de la realización de proyectos comunes.

La escuela debe promover entre los alumnos programas de participación en el que todos y cada uno puedan desplegar y comunicar sus talentos con miras a generar un ambiente que propicie la convivencia, la solidaridad y el apoyo mutuo. Preocuparse y ocuparse por el crecimiento de los demás a través de proyectos en los que tienen autonomía en el diseño y en las decisiones, propicia una cultura cooperativa y abre espacios donde los alumnos sirviendo a sus compañeros vean a su colegio como un mosaico de oportunidades para su desarrollo integral.


2 respuestas a “LA ESCUELA: UN MOSAICO DE OPORTUNIDADES

  1. Muy bien. La escuela no debe dejarse solo al docente. Este debe proporcionar las herramientas, para que incluso la familia del estudiante, entre en el proceso de formación y así se pongan en el lugar del educando.

    1. María Esperanza, gracias por el comentario compartido. En efecto, la escuela y el docente deben establecer una mutua alianza para conseguir los objetivos propuestos para el alumno. La unidad promueve la generación de un ambiente que eduque, el cual hace más eficaz y llevadera el quehacer educativo del docente
      Cordialmente
      Edistio Cámere

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