Edistio Cámere
Los resultados recogidos en la Encuesta Nacional de Docentes (ENDO, años 2020 y 2021) aplicadas de modo virtual y preferentemente a los maestros del sector público, presenta resultados por demás interesantes. De seguro, con la información recogida el Minedu podrá proponer orientaciones que miren a la promoción y valoración del docente peruano. Por mi parte, me gustaría referirme a las expectativas de los docenes en el plazo de cinco años, cotejando los resultados de las encuestas de los dos últimos años. El año 2020, cuatro de cada diez docentes manifestó que continuaría dictando clases en aula, mientras que el año 2021, solo lo haría 3 de cada 10 maestros. ¿A qué le gustaría dedicarse al resto? En la ENDO del año 2020, 2 de cada diez dejarían el sistema educativo; la del 2021 reporta que solamente uno tomaría ese camino. En ambos censos [7/10 año 2021 y 6/10 docentes el año 2020], la tendencia se inclina mayormente hacia los puestos directivos, de especialistas, de acompañantes o de formadores. Una atingencia, estas preferencias son deseadas por igual tanto entre los nombrados como los contratados, quiere decir que ambos tienen las mismas posibilidades de continuar carrera en el sector público, o sea ¿tienen las mismas prerrogativas?
En buen romance, si nos atenemos a las respuestas recibidas en ambos ENDOS, podemos advertir una deserción de las aulas o una migración hacia tareas en las que el contacto con los niños y jóvenes es mínimo. La deserción o migración del docente de las aulas es una realidad, por lo menos numérica y acotada a profesores del sistema educativo estatal, pero que no deja de interpelar a todos los sectores. Razones muchas y variadas. Fuera de las libérrimas y personales que siempre deben ser valoradas, asoman aquellas que miran a las especulaciones de contexto. A mí me gustaría, por razones de espacio, fijarme en una posible razón de esta deserción. A la escuela la han judicializado al tiempo que se han exacerbado los derechos – pero no los deberes – individuales. En la práctica, a la escuela la han degradado a tal nivel que tiene que venir el aparato estatal con toda su comparsa y artillería para solucionar un problema escolar. En estas incursiones – también mediáticas- el culpable, el chivo expiatorio casi siempre, es la escuela y sus docentes. Un docente al que le mellan su autoridad, que tiene que lidiar con el juez para demostrar su inocencia. ¿Por ventura, con esta falta de apoyo, un docente querrá seguir en aula?