EL LIDERAZGO DESDE UN ENFOQUE CORPORATIVO DE LA ESCUELA

Me gustaría – para comenzar – proponer una suerte de dilema: ¿a la escuela se le debe medir por su eficacia o más bien, por su fecundidad? En el primer caso, hago referencia a una visión educativa y a un sistema de gobierno que enfatizan los resultados, lo cuantitativo, lo mensurable y los éxitos. Este enfoque – a mi juicio – presenta dos debilidades. Reduce en mucho el campo de gobierno de un director precisamente a la consecución de logros básicamente medibles y comprobables. En segundo lugar, olvida que los objetivos a conseguir en una escuela son tanto como alumnos tenga.

La otra posición es también una visión educativa y un sistema de dirección que pretenden gobernar con y a través del ideario. Por tanto, se configura como atributo del director conseguir que aquel sea el sustrato conectivo entre los padres de familia y la escuela; que los docentes se adhieran; que en los alumnos se encarne; y, que se mantenga y continue vigente, a través de los egresados. Este enfoque supone una condición fundamental: que el colegio corporativamente funcione con consistencia, competencia, eficacia y eficiencia. De lo contrario, las posibilidades de obtener frutos, se debilitan. 

Del director

Entre ambos, manifiesto mi entusiasmo por el enfoque de un liderazgo  que apuesta por la fecundidad de la escuela. Desde esta perspectiva, tres son las tareas que le corresponden a un director:

Primera.-

Al director le corresponde promover el saber  distintivo de la escuela. El mismo que se recoge en el llamado ideario, en el cual se fundamenta, la visión, los  principios educativos, los saberes, los criterios, los valores… En suma, la escuela a través de su ideario da noticia del modo o el cómo educa y el concepto que tiene de la persona a quien educa. En el día a día, en lo cotidiano de las jornadas escolares, el ideario se expresa y traduce en su cultura que, además, se nutre con las interacciones de los integrantes de una comunidad educativa.

La cultura es la que vehicula los propósitos y la finalidad en una escuela. Por tanto, al director le compete canalizarla e impulsarla para no solamente articular las intenciones, los recursos, los procedimientos y el estilo, sino procurar que se note la cultura, en la estructura organizativa en las instancias y en todas las actividades escolares. 

Es una suprema labor de gobierno asociar al docente con lo esencial, con lo central del ideario, de un modo capilar, de tal manera que, entre argumentos insititucionales y razones personales, el docente advierta que sus objetivos profesionales se pueden realizar en la escuela porque en cierto modo, están incluidos en su ideario. Con este descubrimientose consige  una especie de “asociación por participación en los fines”: la institución educativa y el docente encuentran convergencia en un mismo norte. Cuando ocurre esta alianza,  el docente gracias a su expertise profesional y a su competencia técnico-pedagógica  añade valor a la enseñanza: con su palabra y su ejemplo, acredita, promueve, prestigia y muestra la cultura. Es decir, lo propio de la escuela – su cultura – llega a los alumnos mediante lo propio del docente: el arte y la ciencia de la enseñanza.

Segunda.- Configurar la escuela como un mosaico de oportunidades.  Esta tarea implica mirar al colegio “más allá de las aulas”, percibir a la escuela, toda ella, como un gran situación de aprendizaje. Esta acción directiva avoca tres misiones y tomar en cuenta dos hechos.

            1° Misión.- El director tiene que imprimir un estilo de gobierno que privilegie el principio de subsidiareidad: que lo que pueda realizar el menor no lo haga el mayor. Evitar la cultura del reemplazo, porque el otro no va a nuestro ritmo o porque lo que realiza no coincide con nuestros códigos de calidad…etc. Más bien, el estilo directivo debería enfatizar, la confianza: del director hacia el profesor; entre docentes; del docente al alumno y, entre los alumnos.

            2da. Misión.- Promover espacios en los que los estudiantes puedan participar, comunicar sus talentos, tomar decisiones, plasmar sus ideales en iniciativas y acrecentar su liderazgo orientado al servicio.  El gran objetivo de la participación de los alumnos es el de generar, de crear un ambiente, un clima escolar en el que sus compañeros puedan con solvencia, estar-con-otros, ser-con-otros y ser-para-otros. En resumen, gracias la participación de los alumnos se suscita una convivencia afirmativa entre pares que favorece, la trasmisión de la cultura desde un alumno a otro alumno. La configuración como mosaico de oportunidades tiene como corolario que los egresados tengan un buen recuerdo de su escuela.

3era. Misión.–  Procurar que un alumno, en las señales que emite la escuela, lea o interprete  que “su presencia importa” y ¡ qué bueno que estes en esta aula! “¿Qué le dio la escuela a Camus? (…) el hecho de que se esperara algo de él (…) Enkvist, E. 2010) La política del reconocimiento, de confiar, de que verdaderamente se espera o importa el alumno es fundamental para que su comunicación objetiva y subjetiva cuaje en frutos de crecimiento personal.

Los hechos a considerar como fundamento para promover la configuración de la escuela como un mosaico de oportunidades son:

  1. Un alumno no pasa por la escuela, como si fuera un mero transeúnte. La habita. Una porción de su existencia transcurre entre los muros de un recinto escolar, en razón de lo cual, establece vínculos que los lleva al legítimo afán de dejar huella, de querer se protagonista de su historia; y,
  2. Los alumnos crecen en la escuela, en edad, tamaño y en madurez. Descubren su yo, su intimidad, sus ideales, ilusiones, que las cosas pueden ser de otro modo y  buscan autoafirmarse. Asimismo, su vida interior en efervescencia anhela plasmarse y especificarse en iniciativas y proyectos. En este afán, no están solos. El aprendizaje interpares, a través de la convivencia, es básico para completar y complementar su desarrollo personal. No podemos olvidar que la escuela es una historia en la que se entrecruzan biografías en crecimiento.

Tercera.-  Los colegios no compiten, se diferencian. Al director le cabe – también – la responsabilidad de perfilar, de dar a conocer – hacia afuera- lo que distingue a su escuela, de manera que con nitidez pueda atraer a nuevos padres de familia. Si lo propio del director es diferenciar a su colegio. Entonces, se abren importantes posibilidades para el desarrollo del liderazgo territorial, de la constitución de plataformas de intercambio entre alumnos, entre docentes y entre directores y,  de sinergias institucionales. 

Las escuelas deberían formar plexos de cooperación no solo para lo académico sino para crecimiento y su defensa como instituciones. Me gustaría proponer tres razones:

1. Para dar noticia, a través de una comunicación asertiva, real, fundamentada y no publicitaria de los aportes de las instituciones privadas a la sociedad en su conjunto y a la educación en particular.

2. Cada cinco años se opera un relevo en la conformación de los poderes ejecutivo y legislativo: surgen nuevas iniciativas y leyes con la impronta del partido de gobierno y de la mayoría parlamentaria. En ausencia de un proyecto país, la falta de predictibilidad; las propuestas y las medidas sensibles a la sonoridad de los aplausos o a la volatilidad  de las encuestas; y, a la falsa convicción de que la“historia comienza con el gobierno entrante”… , dan noticia de que el destino de un país no se definen en las urnas ni el congreso. Donde en verdad se fragua el porvenir de una nación, son en los colegios, que tienen en sus “manos” a los niños y los jóvenes en proceso de formación y a sus padres, primeros educadores” (Cámere, E. 2006). Durante la estancia escolar, padres y profesores, en una suerte de alianza, educan, forman con continuidad, con predicción y hacia un mismo norte a niños y jóvenes, ciudadanos del mañana. La escuela escribe en la biografía de sus alumnos, el estado muchas veces hace garabatos en la historia.

3. Las escuelas como asociaciones intermedias, con una larga trayectoria y tradición, son idóneas para exportar a la sociedad sus culturas, sus bienes, valores y saberes. Para hacerlo se requiere, entre otros, participar en foros, promover investigaciones, publicaciones en diarios de circulación nacional, participar en programas de radio y televisión, etc.  También manteniendo vigente su cultura en los egresados para que fecunden los  ambientes en los que se suelen moverse; y, en sus docentes para recibir a los que vienen  después.  


3 respuestas a “EL LIDERAZGO DESDE UN ENFOQUE CORPORATIVO DE LA ESCUELA

  1. Su aproximación manifestada en sus reflexiones, diagnósticos y propuestas, es correcta; ese es el trabajo que se requiere de una dirección que fijándose en el llamado ideario genere una cultura, desde la consideración de la escuela como ambiente humano y humanizador y si ocurre, siquiera en parte, aquella fecundidad, que es el norte, el ideal que se procura. Cómo no recordar por ejemplo y valorar también, como seguramente sucede una y otra vez con los jóvenes que egresan de las aulas, las experiencias con los amigos, las muestras de verdaderos compañerismo y más de un testimonio de sabiduría vital de algún profesor que dejó huellas en la historia de uno. Claro, según lo que usted propone habría que esforzarse, refiriéndose a todos los involucrados, de acuerdo a los objetivos de la escuela, según su visión de la educación y del educando, para sintonizar, para coordinar, para generar comunidad y esto está bien, incluso si se motivan ciertas identidades, ciertas peculiaridades, validas en cuanto promueven o han promovido desarrollos humanos innegables (los frutos en la sociedad de la educación privada) pero también habría que agregar la capacidad de admitir, salvando por su supuesto lo más importante, lo que es común a todos, diferencias, otros modos de ser y de vivir, cierta tolerancia frente a ello, para no generar ningún tipo de sectarismo, tomando en cuenta que los jóvenes se van a insertar a una sociedad que es heterogénea, compleja.

    1. Every, gracias por su acertado e interesante comentario. Educar es un trabajo arduo. Solo los seres inertes se dejan moldear impávidos. Se educa a personas libres, únicas y con modos de ser distintos. El objetivo básico es que cada alumno logre su pleno desarrollo. Ayuda mucho mirar al compañero, al «otro» al amigo como un alguien que nos completa y complementa en nuestro crecimiento y, viceversa. Si educamos con esa visión, los jóvenes se harán cargo rápidamente de las exigencias que trae consigo la convivencia entre pares pero singulares. La meta es complementarnos no somos antagónicos. La riqueza social es que somos singulares. Ciertamente ponerse de acuerdo cuesta, pero es lógico que sea así; lo que cuenta es buscar los grandes objetivos que nos congregan. Muchas gracias Every.

  2. «El objetivo básico es que cada alumno logre su pleno desarrollo. Ayuda mucho mirar al compañero, al “otro” al amigo como un alguien que nos completa y complementa en nuestro crecimiento y, viceversa.»

    Claro, una educación que apunta a la personalidad no a la uniformidad; al encuentro, al dialogo, considerando, como usted lo indica, la libertad, siempre la libertad. Buenas noches sr. Edistio, seguimos aprendiendo por acá.

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